Las emociones y la discapacidad
7 juegos de relajación para educar a niños emocionalmente fuertes
Las personas con discapacidad deben enfrentarse a un sinfín de retos y desafíos que suponen un impacto emocional para ellos mismos y para sus familias.
En las diferentes etapas del ciclo vital, la persona con discapacidad se enfrenta a nuevas situaciones y dificultades que supone la necesidad de poner en marcha diferentes mecanismos psicológicos de adaptación y regulación, que habitualmente, no disponen.
Con frecuencia, desarrollan síntomas depresivos y de ansiedad, que interfieren significativamente en su funcionamiento y desarrollo, afectando a todos los ámbitos de su vida. Proporcionar atención psicológica y trabajar la educación emocional es un requisito indispensable para mejorar la calidad de vida familiar y personal.
Los retos emocionales de las personas con discapacidad en las diferentes etapas del ciclo vital
En la infancia:
Durante la infancia, a partir de los 6 años los niños comienzan a ser conscientes de sus características especiales y a percibir las diferencias que tienen respecto a otros niños de su edad. Las relaciones sociales van teniendo mayor importancia y se comienzan a formar las bases del autoconcepto y de la autoestima, en función de las experiencias con el entorno y la percepción que tienen sobre su propia valía.
En muchas ocasiones, los niños con discapacidad son un colectivo vulnerable al rechazo o las burlas por parte de sus iguales debido a sus bajas habilidades sociales o limitaciones físicas. Experiencias de este tipo generan en la infancia heridas emocionales que influyen negativamente en la autoestima y que deben abordarse desde el primer momento, con el objetivo de mitigar las secuelas y conseguir una mayor integración social.
Por otra parte, en este periodo, los niños van tomando más conciencia de lo que les ocurre y el significado que tiene, lo que provoca un gran impacto y desajuste emocional. En este proceso es natural que empiecen a aparecer sentimientos de valencia negativa como pueden ser la tristeza, la rabia y la ansiedad, que requieren de una atención especial.
En la adolescencia:
En la adolescencia las diferencias con otros adolescentes comienzan a ser más significativas, implicando nuevas necesidades de adaptación y ajuste. El área social y de ocio toman una gran relevancia en la vida del adolescente y las limitaciones que hasta entonces no eran tan evidentes, comienzan a serlo, restringiendo el acceso a muchas actividades, relaciones y posibilidades que se ofrecen de manera natural en la etapa de la juventud.
Estas dificultades habitualmente desencadenan emociones negativas como frustración, soledad, tristeza e ira que, sin un apoyo adecuado, pueden derivar en trastornos comportamentales y emocionales graves, afectando a las relaciones familiares y bienestar global.
La transición a la vida adulta:
El inicio a la adultez es también un periodo complejo emocionalmente, ya que se producen muchos cambios significativos: finalización del periodo de instituto, cambios en las relaciones sociales, acceso al mundo laboral, etc. Estos cambios habitualmente generan en las personas con discapacidad una elevada ansiedad e incertidumbre, necesitando ayuda para reorganizar esta nueva etapa de su vida y ajustar sus expectativas a sus posibilidades.
Atención psicológica en discapacidad
Por todo ello, la atención psicológica es una herramienta indispensable, que debe considerarse de la misma importancia que cualquier otro tratamiento médico, puesto que su objetivo general es mejorar la calidad de vida y asegurar una mejor adaptación al medio.
La terapia psicológica ofrece grandes beneficios para la persona con discapacidad, ya que a través de la misma se aprende a expresar sus sentimientos, a adaptarse a los cambios y a generar recursos emocionales para afrontar cada situación particular de la mejor manera posible. Así también, supone un importante apoyo para la familia, dado que ofrece recursos y estrategias específicas a la familia para ayudar a la persona a superar cada etapa del ciclo vital y mejorar las relaciones familiares.
En una época en la que se prioriza la inmediatez y la gratificación instantánea, los niños apenas tienen tiempo de aprender a descubrir sus emociones y desarrollar el autocontrol. De esta manera, terminan convirtiéndose en personas que no saben gestionar sus sentimientos y a las que les cuesta disfrutar de su entorno. Por eso, si queremos educar a niños felices, equilibrados emocionalmente y con una autoestima sana, es importante que les enseñemos a gestionar sus sentimientos y a practicar el autocontrol emocional desde edades tempranas.
Juegos perfectos para enseñarles a los niños a regular sus emociones
1. ¡A hacer burbujas!
Se trata de un juego muy sencillo y divertido, ideal para mejorar la capacidad pulmonar, estimular el control sobre la respiración y lograr que el niño se relaje. Además, solo necesitarás un recipiente y una varita para hacer pompas de jabón, así como la solución para hacer burbujas, que puedes encontrar en cualquier tienda de juguetes. Para jugar en casa basta que coloques un poco de la solución en el recipiente y le pidas a tu hijo que introduzca la varita, la empape y al sacarla, sople sobre ella para crear las burbujas. También puedes sumarte para hacer el juego más entretenido.PUBLICIDAD
2. El robot y el muñeco de trapo
¿A qué niño no le gustaría imitar a un robot? Con este juego podrá echar a volar su imaginación convirtiéndose primero en un pequeño robot y, más tarde, en un muñeco de trapo. El juego consiste en que tu hijo imite primero los movimientos rígidos de un robot, tensando los músculos y hablando de forma mecánica, y que luego relaje sus músculos al máximo para personificar a un muñeco de trapo. Se trata de un juego excelente para enseñarle a relajarse, a la vez que le ayuda a controlar mejor sus emociones.
3. Soy un globo
Para ayudar a tu hijo a relajarse, ganar en autocontrol y aprender a regular sus emociones puedes animarle a que imagine que es un globo que se infla y desinfla lentamente. La clave radica en que el niño respire de forma suave y profunda para que vaya liberando la energía contenida mientras pone en práctica la técnica. Para que el juego sea más divertido, puedes sumarte y sugerirle que abra y levante los brazos con cada inspiración y que los baje cada vez que expire el aire.
4. Imitar a la tortuga
El objetivo de este juego es enseñarle al niño a regular sus emociones, a la vez que estimula la concentración y relaja las tensiones. Se trata de que el pequeño imagine que es una tortuga y que se esconda dentro de su caparazón, quedándose muy tranquilo y observando desde dentro todo lo que sucede a su alrededor. Entonces, puedes pedirle que estando ahí dentro comience a respirar lentamente como hacen las tortugas, tomando aire por la nariz y luego, soltándolo suavemente por la boca. Es un juego estupendo que podrá utilizar en cualquier circunstancia cuando se sienta tenso, irritable o nervioso.
5. La hormiga y el león
Se trata de un juego muy entretenido que seguramente le encantará a tu pequeño y con el que podrá aprender a respirar de forma profunda y a ganar en autocontrol. Basta que le pidas que, primero, respire como haría un león, el gran rey de la selva, y luego que respire como si fuese una hormiga, un animalito diminuto que apenas se percibe en el suelo. La clave radica en que el niño aprenda a regular su respiración, una habilidad muy útil que podrá poner en práctica cuando se sienta ansioso.
6. El lobo de los tres cerditos
Se trata de una de las historias infantiles más populares, por lo que es probable que tu hijo esté encantado de dramatizar la escena en la que el lobo intenta derribar la casa de los tres cerditos. Para comenzar, puedes pedirle que sople sobre objetos pesados como puede ser un libro fino e ir reduciendo paulatinamente el peso, con un balón, un bolígrafo y por último, un objeto ligero como un folio de papel. Es un juego muy divertido que promueve un estado de relajación, a la vez que reduce la ansiedad en el pequeño a través de la respiración.
7. La llegada de la primavera
Con este juego el niño no solo alcanzará un estado físico de relajación sino que también aprenderá a gestionar mejor sus estados afectivos. Para comenzar debes explicarle en qué consiste el juego, puedes decirle: “Estamos al final del invierno y te has convertido en un bloque de hielo, pero la primavera está a la vuelta de la esquina y poco a poco te irás derritiendo para convertirte en una preciosa planta”. De esta manera, el niño comenzará a actuar como si fuese un bloque de hielo, completamente rígido, y poco a poco irá relajando los músculos.